Tradicionalmente, por tanto, la condena la mentira se centraba o en su aspecto subjetivo, la intención de engañar, o en su aspecto objetivo, el reemplazo de la realidad con la ficción. Sin embargo, en ambos casos esta reacción es un intento de conjurar, controlar o neutralizar la ambivalencia propia de la realidad objetiva. Esto se realiza desde dentro/el interior, por ejemplo, en el terreno de lo mental, o desde fuera/lo externo, por ejemplo, la realidad misma.