Digo: «No os dejéis el grifo abierto. Vais a inundar la casa, no lo hagáis, prometisteis que no volvería a pasar. No inundéis la casa, las cuentas, no inundéis la casa, las alfombras, no inundéis la casa, amores míos, o podríamos perderos a los dos. Hemos sido malas madres y no os hemos enseñado a nadar».