Saga Crónicas Lunares

dejara de sacudirse antes de dar vuelta la capucha de su abrigo y dejar caer las nueces que la habían atacado. Se parecían a las avellanas. Si pudiera

l en la política.

–No subestimemos tu capacidad de embobar a las chicas con solo una sonrisa.

na Levana–. ¿Por qué no creyó que su hijo fue asesinado al nacer?

mpo de procesarlo todo, Levana se sorprendió por la rapidez con que Evret rea

d.

No. Su encanto funcionaba. Su encanto era la realidad ahora, sin importar lo que pensara Evret. Sin importar lo que pensara cualquiera.

Ella era la reina más hermosa que Luna había con

arbonizada y tardó mucho tiempo en producir llamas. Un viejo zapato de muñeca que se enrolló y derritió. Piezas de un

orar los murmullos pesimistas de sus consejeros y sus reportes, que advertían que todas las medidas laborales que había aplicado eran insostenibles.

No retrocedería ahora.

. Buscó en un bolsillo oculto y extrajo una vela medio consumida.

cafés de hombre y unos zapatos blancos desgastados y con los cord

n a subir por unas escaleras tan estrechas que tuvo que pasar detr