de la idea romana antigua por ella destruida—, entonces creo (éste es un pasaje formidable; se siente súbitamente dónde se está: ¡en presencia del primer psicólogo de la literatura universal!) que, en el fondo de su corazón, siempre estuvo convencida de que alguna vez aún estaría en condiciones de pronunciar esa nueva palabra, y con ella conducir a la humanidad. Ya con Armin comenzó a luchar contra el mundo romano.