Es innegable que existe, así sea en un nivel bastante abstracto, un español general, que permite a los más de quinientos millones de hispanohablantes comunicarse sin demasiadas dificultades a uno y otro lado del Atlántico y, en el continente americano, desde el río Bravo hasta la Tierra del Fuego, además de en buena parte de Estados Unidos. Es innegable, asimismo, que los más de quinientos millones de hispanohablantes nativos compartimos decenas de miles de vocablos y cientos de patrones gramaticales. Ese vocabulario y gramática comunes hacen posible la convivencia. Es innegable, también, que hablar una sola lengua nos hace compartir una visión de mundo subyacente, ciertos modos comunes de vida y, así sea en un nivel abstracto, ciertos modos comunes de enfrentarnos a la vida y de tomar decisiones.