Durante más de un milenio los agricultores iraquíes, continúa Brown, cultivaron trigo sin ninguna necesidad de los paquetes de semillas Monsanto, y en la medida que su conocimiento sobre el trigo maduraba, gracias a la experiencia, los agricultores lograron diversificar las semillas de trigo a través de procedimientos naturales y con ayuda de algunos insectos. Antes de la guerra, 97% de los agricultores iraquíes utilizaban estas técnicas que ayudaron a crear hasta 200 mil variedades de trigo en el mundo. Con el desarrollo de tecnología sustentable, los agricultores iniciaron un banco de semillas en la ciudad de Abu Graib, pero casualmente durante los bombardeos este banco fue completamente destruido. Con un Gobierno totalmente desmantelado, una infraestructura devastada y sin posibilidad de recuperar los campos de cultivo para el consumo local, cuando Estados Unidos «regaló» el primer paquete de semillas Monsanto en 2004 a los agricultores iraquíes, «fue como si le ofrecieran heroína a una madre soltera desesperada, sin trabajo, desalojada de su casa y sin esperanzas para el futuro», concluye Brown.