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Hebe Uhart

Del cielo a casa

Entre el desconcierto y la timidez, Hebe Uhart, una de la mejores cuentistas argentinas según coincide toda la crítica especializada, encuentra en los congresos, los viajes, la vida familiar y los animales un pretexto para pensar las relaciones y para desencadenar fantasías y temores.

Del cielo a casa es la frase que cifra a todos los relatos del libro, pero también es el título de uno de los cuentos, en el que se narra la distancia que existe entre lo que se supone que debe gustar y lo que realmente gusta. Contra un mundo plagado de obligaciones, rutinas y otras cosas incomprensibles, los protagonistas de estos relatos se atienen a las pequeñas cosas, a las que pueden manejar. El eje de estos cuentos pasa por los congresos, los viajes, la vida familiar, los animales.
160 бумажных страниц
Правообладатель
Bookwire
Дата публикации оригинала
2024
Год выхода издания
2024
Издательство
Adriana Hidalgo Editora
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Впечатления

  • Patricia Suárezделится впечатлением3 месяца назад
    👍Worth reading
    🐼Fluffy

Цитаты

  • Ivana Melgozaцитирует8 дней назад
    Todo era rotundo: el frío, el cielo, que no era de un gris celestado como el de Buenos Aires, y el sol que no era como un resplandor suave que iba aumentando: al sol se lo veía crecer a cada momento. Era un cielo que protegía a la gente nítida, a los seres nítidos, desde dos cuadras se veía todo lo que caminara; un perro, una persona. Se sintió destemplada y hubiera preferido tomarse un taxi. En el micro había muchos asientos vacíos; había un muchacho sentado solo, con cara de estudiar alguna cosa por las noches, pálido, muy delgadito, con anteojos. Llevaba una cartera de cuero artesanal, una barbita muy cuidada, y leía. Cuando Eva subió al micro le hizo una seña muy discreta y después bajó graciosamente la cabeza con una elegancia humilde, como diciendo: “Aquí no ha pasado nada”, por si la seña caía en el vacío. Eva percibió el calor del micro en marcha y se sentó junto al muchacho; él le tomó la mano, con el mismo aire de quien no quiere la cosa.

    El mundo era como debía ser.
  • Ivana Melgozaцитирует11 дней назад
    Y ante ese poeta que no pretendía nada –salvo mirar el color del cielo y del suelo, como debe ser–, le agarró una especie de felicidad que hizo explícita
  • Ivana Melgozaцитирует22 дня назад
    Últimamente tenía muy liviano el sueño; ella miraba su noble cara caballuna y decía en voz baja: “¡Qué lindo es!”. Pero a veces, llevada por la pasión y porque estaba aburrida de estar despierta y sola, lo despertaba diciéndole:

    –Arturo, ¡qué lindo sos!

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