Emar, según Neruda fue nuestro Kafka. Sí, un Kafka para destornillarse de la risa, como aseguran fuera el mismo escritor praguense —según testimonios de sus contemporáneos—. Emar demuestra aquí cómo «entre risa y risa la verdad asoma». Con una deliciosa y bien ganada libertad de escritura —de espaldas a su tiempo y a lo que escribían sus contemporáneos en Chile— Emar invita al lector a un singular viaje, a una «odisea» por San Agustín de Tango (Macondo del Chile profundo) que no tiene nada que envidiarle al viaje en un solo día y en las calles de una sola ciudad (Dublín) del Ulises de Joyce. Ayer es en formato más leve y con más gracia, pero no menos hondura filosófica, nuestro propio Adánbuenosayres (la novela-viaje de Leopoldo Marechal).