—¿Qué piensa usted, querido señor Clarke, de los sombreros que las señoras llevaron este año en Ascott? Franklin Clarke, le miró asombrado.
—¿Se trata de una broma? —Le aseguro que no.
—¿Se trata de una pregunta en serio?
—Si.
Clarke esbozó una sonrisa.
—Bien, señor Poirot, no fui a Ascott, mas por lo que vi en los autos que allí se dirigían, los sombreros que se llevaron en Ascott fueron más ridículos que los de antes. —¿Fantásticos?