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Paul Auster

Viajes Por El Scriptorium

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  • Haroldo Piñaцитирует3 месяца назад
    No acabará nunca. Porque Míster Blank ya es uno de los nuestros, y por mucho que se esfuerce en comprender su situación, siempre estará perdido. Creo hablar en nombre de todos sus agentes cuando digo que tiene lo que se merece: ni más ni menos. Y no hablo de castigo, sino de un acto de suprema justicia y compasión. Sin Míster Blank no somos nada, pero la paradoja es que nosotros, seres puramente imaginarios, sobreviviremos a la mente que nos creó, porque una vez arrojados al mundo existiremos hasta el fin de los tiempos, y nuestras historias seguirán contándose incluso después de que hayamos muerto.

    Puede que a lo largo de los años Míster Blank se haya comportado de modo cruel con algunos de los agentes a su cargo, pero ninguno de nosotros cree que no haya hecho todo lo que estaba en su mano para proteger nuestros intereses. Por eso pienso mantenerlo donde está. Ahora la habitación es su mundo, y cuanto más tiempo dure el tratamiento, más dispuesto estará a aceptar la generosidad de todo cuanto se ha hecho por él. Míster Blank es viejo y le fallan las fuerzas, pero mientras permanezca en la habitación con la puerta cerrada y los postigos cerrados en la ventana, jamás morirá, no desaparecerá, nunca será otra cosa que las palabras que estoy escribiendo en su página.

    Dentro de poco, una mujer entrará en la habitación y le dará la cena. Aún no he decidido quién será esa mujer, pero si no pasa nada y todo va bien hasta entonces, enviaré a Anna. Eso hará feliz a Míster Blank, y a decir verdad puede que ya haya sufrido bastante por un día. Anna dará de cenar a Míster Blank, luego lo lavará y lo acostará. Míster Blank permanecerá despierto en la oscuridad un rato, escuchando los gritos de los pájaros en la lejanía, pero luego acabará sintiendo cierta pesadez en los ojos, y cerrará los párpados. Se quedará dormido, y cuando despierte por la mañana, el tratamiento empezará de nuevo. Pero por ahora sigue siendo el día que siempre ha sido desde la primera palabra del presente informe, y ha llegado el momento en que Anna bese en la mejilla a Míster Blank y lo arrope bien en la cama, y en este preciso instante ella se incorpora y empieza a andar hacia la puerta. Que duerma bien, Míster Blank.
  • Haroldo Piñaцитирует3 месяца назад
    Viajes por el Scriptorium

    N. R. Fanshawe
  • Haroldo Piñaцитирует3 месяца назад
    Benjamín Sachs. ¿Le suena de algo ese nombre?
  • Haroldo Piñaцитирует3 месяца назад
    ¿Y luego?

    Eso es todo. Después me retiró usted del servicio.

    ¿Y por qué haría una cosa así? ¿En qué estaría pensando?

    Ya llevaba muchos años en eso, era hora de que me fuera. Los agentes no duran para siempre. Esta profesión es así.

    ¿Cuándo fue eso?

    En mil novecientos noventa y tres.

    ¿Y en qué año estamos?

    En dos mil cinco.

    Doce años. ¿A qué se ha dedicado desde… desde que lo retiré del servicio?

    A viajar, principalmente. A estas alturas, conozco casi todos los países del mundo.
  • Haroldo Piñaцитирует3 месяца назад
    Y por último, aunque no por eso menos importante, está lo de mi tía, Molly Fitzsimmons, la mujer que se casó con Walt Rawley. Fui yo quien lo ayudó a escribir sus memorias.
  • Haroldo Piñaцитирует3 месяца назад
    Otra vez está en lo cierto. Pero tampoco debemos olvidar el pasaporte. Un asunto menor, supongo, pero que también requirió mucho trabajo.

    ¿Qué pasaporte?

    Mi pasaporte. El que Anna Blume encontró cuando usted le encargó su misión.
  • Haroldo Piñaцитирует3 месяца назад
    Me envió usted a más misiones que a nadie, dice Quinn. ¿Se acuerda del asunto Stillman?

    Vagamente, contesta Míster Blank. Peter Stillman. Hijo y padre, si no me equivoco. Uno de ellos iba siempre de blanco. No sé cuál de los dos, pero creo que era el hijo.

    Exacto, eso es. El hijo. Y luego hubo ese extraño asunto con Fanshawe.

    El primer marido de Sophie. El loco que desapareció.
  • Haroldo Piñaцитирует3 месяца назад
    Soy Quinn, Míster Blank, revela el visitante. Daniel Quinn. Su primer agente.
  • Haroldo Piñaцитирует3 месяца назад
    Un individuo entra en un bar de Chicago a las cinco de la tarde y pide tres whiskies. No uno detrás de otro, sino tres a la vez. El camarero se queda un poco perplejo ante tan insólita petición, pero no dice nada y le sirve lo que le ha pedido: tres whiskies escoceses, colocados en fila sobre la barra. El cliente se los bebe uno tras otro, paga y se va. Al día siguiente, aparece de nuevo a las cinco y pide lo mismo. Tres whiskies a la vez. Y vuelve al otro día y al otro, y así durante dos semanas. Finalmente, el camarero no puede reprimir por más tiempo la curiosidad. «No quisiera meterme donde no me llaman», le dice, «pero lleva dos semanas viniendo por aquí y siempre me pide tres whiskies, y simplemente quisiera saber por qué. La gente los pide de uno en uno». «Ah», contesta el cliente, «la respuesta es muy sencilla. Tengo dos hermanos. Uno vive en Nueva York y el otro en San Francisco, y los tres estamos muy unidos. Para honrar nuestra amistad, entramos cada uno en un bar a las cinco de la tarde y pedimos tres whiskies, brindamos en silencio a la salud de los demás, y hacemos como si estuviéramos juntos en el mismo sitio». El camarero asiente con la cabeza, entendiendo por fin el motivo de tan extraño ritual, y se olvida de la cuestión. El asunto dura cuatro meses. El individuo va todos los días a las cinco de la tarde, y el camarero le sirve las tres copas. Entonces ocurre algo. El hombre se presenta una tarde a la hora acostumbrada, pero esta vez sólo pide dos whiskies. El camarero se queda preocupado, y al cabo de poco se arma de valor y dice: «No quisiera entrometerme, pero lleva cuatro meses y medio viniendo aquí y siempre me ha pedido tres whiskies. Hoy me pide dos. Ya sé que no es asunto mío, pero confío en que no haya pasado nada malo en su familia». «No ocurre nada», contesta el cliente, tan animado y alegre como siempre. «¿Qué sucede, entonces?», pregunta el camarero. «Pues muy sencillo», contesta el cliente. «Yo he dejado de beber».
  • Haroldo Piñaцитирует3 месяца назад
    El visitante parece rondar los sesenta años, y al igual que Farr horas antes, va vestido con vaqueros, pero mientras el médico llevaba una camisa roja, la del recién llegado es negra, y en tanto Farr se presentó en la habitación con las manos vacías, el hombre de la camisa negra trae un montón de carpetas y archivadores entre los brazos. Su cara resulta muy familiar a Míster Blank, pero con todos los rostros que ha visto hoy, tanto en fotografía como en persona, no sabe qué nombre atribuirle.

    ¿Es usted Fogg?, pregunta. ¿Marco Fogg?

    El visitante sonríe y sacude la cabeza. No, contesta, me temo que no. ¿Por qué cree que soy Fogg?
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