—Me avergonzaría de decir que quiero a un hombre que depende siempre de los demás, y ha de confiar en lo que otros harían por él. ¿Qué va a ser de ti cuando tengas cuarenta años? Serás como el señor Bowyer, supongo, igual de indolente, viviendo en el salón de la señora Beck, gordo y desaliñado, esperando que alguien te invite a cenar y pasándote la mañana aprendiendo una canción cómica, bueno, en tu caso tocando la flauta.