La palabra que vale por diez mil

Fue entonces que Cao Qinge comprendió que no hay que doblegar a tu pareja, porque si doblegas a tu marido también te doblegas a ti.

Los que hablan poco, por lo general, se enojan muy fácilmente

Cuanto más discutes con alguien que no entiende razones, más te enfrascas en peleas estériles

Saber aprovechar la oportunidad a veces es más importante que todas las relaciones del mundo

Los que comparten desgracias pueden ser amigos, no pueden ser maestro y aprendiz

Lo que no se consigue con tanto esfuerzo, de repente se logra a la vuelta de la esquina.

El hombre es como un pájaro: si tiene cabeza, extiende las alas y vuela lejos; si la cabeza no le da, extiende las alas pero para regresar a casa

—¿Cómo es posible olvidar el corazón? —y especificaba—: Las enfermedades se parecen, pero las personas no. La misma receta para diferentes personas, aunque padezcan lo mismo, jamás tendrá igual efecto —y luego suspiraba—: La mediocridad del médico justo reside en eso, y es por esa mediocridad que la gente muere.

“A los vulgares siempre les sobran las palabras, a los sabios siempre les faltan.”

Los lentos suelen ser muy quisquillosos, los quisquillosos suelen ser rencorosos