Esa actitud se había iniciado exactamente tras la muerte de Sylvia, ese terrible suceso. Ver con tus propios ojos cómo la caída de un árbol mataba a tu hermana (todo por culpa de Justin Parry, de su desidia), una muchacha con toda la vida por delante, según Clarissa la mejor dotada de todos ellos, era suficiente para amargarte la vida. Más tarde, quizá ya no estuvo tan segura; pensó que no existían los dioses, que no había a quien culpar, y como consecuencia desarrolló esa religión atea que consiste en hacer el bien por el bien mismo.