Recordó a Clarissa en cierta ocasión en que habían ido a alguna parte en la imperial del autobús; Clarissa, que, al menos en apariencia, se emocionaba fácilmente, que pasaba de la desesperación al mejor humor posible, Clarissa, toda excitación en aquellos días y una magnífica compañía, iba descubriendo escenas, nombres y personajes curiosos desde lo alto del autobús, porque por entonces solían explorar Londres y volver del Caledonian Market con bolsas llenas de tesoros. Clarissa tenía una teoría en aquellos días –los dos siempre tenían montones de teorías, como suele ocurrir con los jóvenes–. La de aquel día iba dirigida a explicar su insatisfacción por no conocer a la gente, porque no la conocieran los otros.