Es difícil poner los sentimientos en palabras: en general, todos esperan que las palabras coincidan con los sentimientos, palabras tristes para la tristeza y así.
Pero las palabras, como las penas, de afuera son todas iguales: lo que cambia es lo que las provoca, sus causas.
Por eso, tal vez, Marina dice en un momento:
"Tengo una pena. A veces no se puede decir una pena, se puede sentirla. Pero que no se la diga no quiere decir que la pena no esté".
Aunque reconoce no poder dejar de escribir poemas quejosos, a veces resultan muy divertidas sus apreciaciones. Por caso:
"la ropa parece mojada cuando uno la toca,
si se apoyan los labios
se puede distinguir la verdad
es igual que besarla, pero no
no tengo tanto amor por la ropa como para besarla"
En resumen, una lectura muy recomendable.