Una niña muda, inteligente y audaz. Un padre violinista que trabaja redactando epitafios. Una vida de pequeñas felicidades, amor y juegos. Una madre desaparecida. Un gobierno totalitario e invisible. Una pareja de ancianos titiriteros. Un misterioso teatro de marionetas, donde termina de cobrar forma la historia que el narrador de esta novela no quiere contar.
Estos pocos elementos le alcanzan a Jesse Ball –una de las promesas de la literatura estadounidense actual— para ofrecernos una novela profundamente conmovedora, escrita con la convicción de un escritor clásico y con la ambición experimental de la juventud. Ball tiene el don de causar la inquietud que provocan los relatos de Kafka, su maestro, la capacidad de asombrar de Murakami y la ternura que solo se encuentra en los personajes de las películas de Miyazaki.
Toque de queda es una fábula luminosa sobre los puntos de contacto entre la memoria individual y la historia colectiva, sobre las estrategias para ser feliz en tiempos adversos y sobre la ficción como el mejor y el más íntimo de los refugios.