En el siglo XIII, poco antes de su definitivo exterminio, cuatro “perfectos” cátaros huyeron de la fortaleza de Montsegur, donde vivían sitiados, para esconder valiosos documentos en cuatro puntos estratégicos, uno de ellos el Valle de Aran. Pergaminos que contenían el secreto que motivó que la Iglesia de Roma los condenara a perecer en la hoguera, y además narraban la crónica del suplicio que vivieron los hombres y mujeres que, simplemente, querían vivir de acuerdo con lo que predicaba Jesús. En esas mismas tierras aranesas, mucho tiempo más tarde —durante la dominación de las tropas napoleónicas en el siglo XIX—, el joven sacerdote Laurenç es destinado a una pequeña parroquia en Tredôs. Un buen día, mientras lleva a cabo unas reformas, encuentra en su iglesia un pergamino y una misteriosa piedra pulida. Poco después, aparece en su vida Marianna, una hermosa y avispada mujer que viene a atender a Laurenç y que en seguida se convertirá en su barragana. Lo que nadie sabe es que Marianna está especialmente versada en la historia de los cátaros y en su periplo por el Valle de Aran: en cuanto reconoce los documentos sabe que se encuentra ante un hallazgo histórico de consecuencias impredecibles. Pero no sólo Marianna es consciente de la importancia del hallazgo. Un misterioso, cruel y taimado enviado del Vaticano, llamado Guzmán Domenicci, aparecerá muy pronto en el valle y cambiará los destinos de Marianna, Laurenç y quizá de toda la Iglesia Católica.