«Como todos los austríacos de aquella época, Morstin amaba lo permanente dentro de la constante transformación, lo usual dentro del cambio y lo conocido dentro de lo inusual. De este modo, lo extraño se le hacía familiar sin perder su color; y de este modo, la patria poseía la eterna magia del extranjero». Escrito en 1935, este breve relato se ocupa de uno de los grandes temas de Joseph Roth: el derrumbe del imperio austro-húngaro tras la Primera Guerra Mundial y los estragos que la pérdida de una patria antigua—simbolizada aquí por el busto del Emperador—causó en la conciencia europea. La concisa y melancólica narración de Roth nos llega hoy cargada de actualidad, y acaba prefigurando cómo la creación de fronteras—geográficas, ideológicas, religiosas o culturales—desemboca en una reducción inquietante del horizonte humano.
«Una novela corta pero también un mundo: el mundo del imperio austrohúngaro que Roth pinta con caracteres idílicos […] Una joyita deliciosa».
Miguel García Posada, ABC «Delicada joya del cáñamo de Roth».
Héctor Porto, La Voz de Galicia
«Una bellísima parábola antinacionalista».
Javier Alonso Sandoica, ABC