El sueño de vivir sin trabajar nos revela un mundo que, contra lo que sugiere la frase, no está hecho de fórmulas mágicas para enriquecerse ni de fantasías de ocio las veinticuatro horas. El sociólogo Daniel Fridman se zambulló durante años en el ámbito de la autoayuda financiera, un género popular que ganó notoriedad con Padre rico, padre pobre, el best seller de Robert Kiyosaki, y con el juego de mesa Cashflow. En torno a ellos se organizaron seguidores que empezaron a encontrarse en foros virtuales y en seminarios y talleres, para aprender las técnicas básicas de las finanzas a fin de transformarse en inversores. Lejos de considerarlos una muestra de exotismo, Fridman descubre en esos grupos las claves para entender, desde otro lugar, el neoliberalismo.
El autor explica que para estos grupos no solo se trata de adquirir destrezas técnicas –controlar ingresos y egresos, aprender sobre compra y venta de divisas o sobre inversiones inmobiliarias–, sino de moldearse a sí mismos –sus emociones y deseos, su capacidad de ejercer autocontrol y correr riesgos— como única manera de salir adelante. La meta es dejar de trabajar y vivir de sus inversiones, y para eso deben modificar esa especie de “pecado original” que es la mentalidad de empleado y asumir que su bienestar económico solo depende de ellos. Así, Fridman sostiene que el emprendedorismo es visto cada vez más como una condición del yo que pueden poseer tanto el fundador de una gran empresa como un desempleado que vende comida a domicilio o una conductora de Uber. Sin importar cuál sea su actividad o clase social, el individuo se ve exigido a transformarse en un «empresario de sí mismo” y a descartar los contextos económicos que lo condicionan y que estructuran la desigualdad social.
Sin duda, este libro es un aporte extraordinario para comprender el neoliberalismo desde abajo, algo que en general queda afuera del radar. Porque los modos en que calculamos dicen mucho de quiénes somos y quiénes deseamos ser.