distintas ideas religiosas que a lo largo del tiempo se han hecho presentes en la Península Coreana ofrecen un fascinante motivo de análisis. Conviven ahí un milenario e idiosincrático chamanismo, que aún captura una importante franja del imaginario popular; un budismo de considerable popularidad a partir de su introducción a fines del siglo IV d.C. por monjes chinos; una disciplina confuciana acrecentada por el antiguo estatus de Corea como Estado tributario –en lo político, pero también en lo cultural– de China, y un cristianismo que, propagado por misioneros católicos desde fines del siglo XVIII y por misioneros protestantes en las postrimerías del siglo XIX, creció de forma sostenida hasta convocar hoy la fe de una tercera parte de la población en Corea del Sur.