carta desde el exilio ilustra su fracaso: alejado del poder por el regreso de los Médici, que rubricó la abolición de la república, Maquiavelo es un hombre vencido. Por eso escribe, no para de escribir. No con el fin de defenderse de los golpes —es demasiado tarde—, sino para comprender, ya terminada la pelea, por qué no los vio venir.