El magnífico relato «El diablo», de Tsvietáieva, expresa esta dialéctica: la creación surge de un extraño aliado, que en cierta forma es un oponente. Una niña tiene un amigo imaginario; convive con un personaje que para los demás podría ser monstruoso. Ella lo ama. Entiende, desde el principio y sin miedo alguno, que el diablo visita la habitación de su hermana. La razón es sencilla: su hermana lee. El diablo surge de los libros.