la vida sea sólo la monótona ejecución de nuestras tareas cotidianas: el soldado, el marino o el cerero siguen adelante, sin vivir, limitándose a trabajar, sin pensar, hipnotizados con la rutina y la puntualidad, convertidos en otros tantos muñecos mecánicos garantizados que sólo se detienen cuando la muerte se los lleva… Me asombra que los hombres tengan que pasar gran parte de los preciosos días de su existencia trabajando como esclavos a cambio de comida, ropa y las necesidades elementales para subsistir.