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Gueorgui Gospodínov

Las tempestálidas

Premio Booker Internacional 2023
Premio Strega 2021

El enigmático flâneur conocido como Gaustín inaugura en Zúrich una clínica para enfermos de alzhéimer. Sus instalaciones reproducen las distintas décadas del siglo XX al detalle, lo que permite a los pacientes regresar al escenario de sus años de plenitud. Pronto, un número creciente de ciudadanos perfectamente sanos solicita ingresar en la clínica con la esperanza de huir del callejón sin salida en que se han convertido sus vidas. Pero este «cronorrefugio» no puede contener por sí solo un sueño tan seductor y la idea se propaga por toda la Unión Europea. Es entonces cuando el pasado invade el presente como una ola devastadora. Ensueño distópico y sembrado de premoniciones, el ganador del Premio Strega es un viaje de ida y vuelta al continente del ayer y un examen severo de nuestra relación íntima y política con la nostalgia.

Una monografía literaria del don humano más delicado de todos: el sentido del tiempo y del paso del tiempo. Pocas veces llegan a nuestras manos libros tan locos y maravillosos como este. —Olga Tokarczuk

Gospodínov ha entrado en la primera división de los autores europeos. Se aleja de las tierras de lo comercial y la convención, salvándose no solo a sí mismo, sino a la literatura (¡y, con ella, al mundo!). —Andreas Breitenstein, Neue Zürcher Zeitung
334 бумажные страницы
Дата публикации оригинала
2023
Год выхода издания
2023
Издательство
Fulgencio Pimentel
Переводчики
César Sánchez, María Vútova
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Впечатления

  • Leida Castellanosделится впечатлением2 года назад
    👍Worth reading
    🔮Hidden Depths
    💡Learnt A Lot
    🚀Unputdownable
    🐼Fluffy

    También para mí, el pasado es mi patria.

    Volveré seguido a este libro maravilloso.

  • Ana Romeroделится впечатлением3 месяца назад
    👍Worth reading

Цитаты

  • Rafael Ramosцитирует2 года назад
    No hay nada casual a día de hoy en esta avalancha de personas que han perdido la memoria… Están aquí para decirnos algo. Y, créeme, algún día, más pronto que tarde, muchos empezarán por sí solos a descender al pasado, a «perder» la memoria por propia voluntad. Se avecinan tiempos en los que cada vez más personas desearán cobijarse en la cueva del pasado, volver atrás. Y no por buenas razones, precisamente. Debemos tener preparados los refugios antiaéreos del pasado. Llámalos «cronorrefugios», si lo prefieres, o «refugios históricos»
  • Lázaro Rangelцитирует5 часов назад
    No estoy seguro de que haya sido una buena idea…, empecé dubitativo.
    Nunca estás seguro, por eso me necesitas, me interrumpió irritado Gaustín, necesitas a alguien que haga lo que tú no tienes agallas de hacer.
    Para ti es fácil, porque cuando las cosas se ponen tensas, simplemente cambias de tiempo, mientras que yo me quedo…
    Cierto, pero yo lucho en cada tiempo como si fuera el único, mientras que tú, en tu único tiempo, te comportas como si tuvieras otros cien posibles.
    (¡Tiene razón, tiene razón, maldita sea!).
    Y tú… tú eres una proyección, eres un monomaníaco, pero un monomaníaco en serie, solo que no recuerdas tus manías anteriores. No puedes jugar con el pasado. ¿Es que no recuerdas todos tus proyectos anteriores?… El cine para los pobres, donde teníamos que contar las películas antes de la proyección, por la mitad de precio y sin haberlas visto nosotros mismos, y casi nos dan una paliza, y la proyección sobre las nubes, y la fábrica de bofetadas… Todos fueron un fracaso, eres el príncipe de los fracasos…
    Es suficiente, replicó Gaustín con frialdad, no fuimos nosotros quienes inventamos los referéndum.
    Tampoco los impedimos.
    ¿Deberíamos haberlo hecho?, se apresuró en decir, antes de que yo cerrara la puerta al salir.
    Lo ignoro, sire, respondí con fingida sequedad, tratando de entrar en el tono de los años cuarenta, el mismo de su camisa verde. No me rio la gracia. Nos dimos un frío apretón de manos y salí. Allí mismo tuve la sensación de que volvería a perderlo…
  • Lázaro Rangelцитирует5 часов назад
    Pero los nomeolvides, esparcidos en el césped frente a la clínica, eran las más fascinantes de las flores. Precisamente aquí, los nomeolvides. (Con sorpresa y ligera amargura, descubrí que el nombre en latín de esta menuda florecilla no es ni mucho menos tan romántico: Myosotis, literalmente «orejas de ratón». Prefiero la leyenda, según la cual, al dar nombre a las distintas plantas, la diosa Flora pasó por alto a la humilde florecilla azul, hasta que oyó detrás de sí una suave voz: «¡No me olvides! ¡No me olvides!». Flora la miró y la llamó nomeolvides, dotándola de la facultad de evocar recuerdos en la gente. Leí en alguna parte que la flor del nomeolvides cura la tristeza, o mejor, dicho de manera clínica, que tiene un efecto antidepresivo. Además, sus semillas pueden permanecer en la tierra treinta años y brotar solo cuando se den las condiciones apropiadas. ¡Esta flor se recuerda a sí misma a lo largo de treinta años!

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