Él, como si percibiese lo avergonzada que estoy, me toma de las manos y entrelaza los dedos con los míos.
—Mírame —me pide. Levanto la vista e intento ocultar lo mucho que me ha desilusionado saber que nuestra atracción mutua está a dos niveles muy distintos—. Sky, no voy a besarte esta noche, pero créeme cuando te digo que nunca he tenido tantas ganas de besar a una chica. De modo que deja de pensar en que no me atraes, porque no tienes ni idea de cuánto me gustas. Puedes agarrarme de la mano, puedes acariciarme la cabeza, puedes sentarte en mi regazo para que te dé de comer espaguetis, pero esta noche no voy a besarte. Tengo que estar seguro de que vamos a sentir lo mismo cuando nuestros labios se toquen. Porque quiero que tu primer beso sea el mejor primer beso de la historia de los primeros besos. —Se lleva mi mano a la boca y la besa—. Ahora, quita esa cara de enfurruñada y ayúdame a preparar las albóndigas.