Más allá del lugar común que lo ha etiquetado como “padre del Existencialismo”, el danés Sören Aabye Kierkegaard (1813–1855) dotó a la filosofía de una vitalidad quizá sólo comparable a la que le dieron los filósofos presocráticos. Borrando las distinciones habituales entre pensamiento y vida, sus obras son testimonio de la indagación interior como fundamento de la ética, y de una renovada relación con Dios. El Diario de un seductor, aparecido en 1843 como parte de su obra representa el primer paso de ese camino de descubrimiento. Cargado de matices autobiográficos, nos presenta a Johannes, un protagonista calculador que, situado en la dimensión estética de la vida, asedia y conquista a Cordelia sólo para dejarla y avanzar en pos de nuevos objetivos. En sus páginas se retrata la fallida relación entre el propio Kierkegaard y Regina Olsen, marcada por el vértigo de la angustia que nadie supo describir como él.