Se tomó unos momentos. Se permitió un suspiro lento y profundo.
Si fuese como Ronan, seguiría acelerando hasta el final. Ronan era así: sin límites, sin miedos, sin restricciones. Si fuese como Ronan, aplastaría el acelerador hasta que se lo impidiera la propia carretera, o un árbol, o un policía. Al día siguiente, se saltaría las clases e iría al bosque. Le diría a Ronan que la expulsión era problema suyo y que se las apañara como pudiese.