El miedo es parálisis o comportamiento autocomplaciente, y los subrelatos del miedo son excrecencias y recursos que impiden o quieren impedir la ruptura de un tejido de significaciones saturado de espanto. El deterioro frente al espejo propio. Así, el miedo se vuelve un conductor y gestor del caos, cuyos signos palmarios son la desinstitucionalización (por ejemplo, las corruptelas y la indiferencia, la pérdida de credibilidad y la anarquía), y la proliferación de identidades ciudadanas y cuerpos superexplotados. El vértigo incesante como instrumento político. El hechizo y pánico ante el abismo.