«A veces, se me da por sentir que la alegría es un delito de alta traición, y que soy culpable del privilegio de seguir vivo y libre. Entonces me hace bien recordar lo que dijo el cacique Huillca, en el Perú, hablando ante las ruinas: 'Aquí llegaron. Rompieron hasta las piedras. Querían hacernos desaparecer. Pero no lo han conseguido, porque estamos vivos'. Y pienso que Huillca tenía razón. Estar vivos: una pequeña victoria. Estar vivos, o sea: capaces de alegría, a pesar de los adioses y los crímenes».
Este libro, que Eduardo Galeano caracterizó como «una conversación con mi propia memoria», reconstruye la vida cotidiana durante los convulsionados años setenta en América Latina: el miedo constante, pero también el amor; el desgarro del exilio, pero también la crianza de los hijos; la incertidumbre sobre el paradero de las personas queridas, pero también la amistad y el trabajo compartido como formas de resistencia.
Premio Casa de las Américas 1978, estas páginas constituyen el relato más autobiográfico de las dictaduras del Cono Sur y dan forma, a la vez, a una conmovedora historia colectiva.