Blaze Rawdon está convencido de que Francesca guarda un oscuro secreto, y cuando su nueva novia desaparece en vísperas de su fiesta de compromiso, obliga a Fran de forma implacable a convertirse en una sustituta temporal.
Francesca se ve forzada a seguir adelante con la farsa, compartiendo el hogar de Blaze… ¡y su cama! Sabe que no debe permitir que Blaze llegue hasta su corazón: la breve relación que mantuvieron tres años atrás terminó en lágrimas. A pesar de ser una sustituta, está decidida a no ser jamás la novia de Blaze.