—Me perdí. Me perdí a mí misma. En algún recodo del camino que no puedo recordar, me perdí. Y hasta que no me reencuentre, nada de lo que decida va a estar bien. Cuando nos conocimos en Buenos Aires vos estabas perdido, y nuestro encuentro te ayudó a salvarte. Ahora fuiste vos quien me ayudó a mí Nico. Mi amor. Mi vida.
Él la mira con los ojos vidriosos. Ella continúa:
—Yo no te salvé entonces. Vos te salvaste. Y ahora me toca a mí salvarme. Ser libre. Vos me despertaste. Tu mirada. Me ayudaste a reencontrarme con quien puedo, o con quien quiero ser. Siempre te voy a estar agradecida por eso… pero la búsqueda es mía.
—No te despidas Mariana. Esto me suena a despedida. Por favor, no te despidas.
«Despierto a su pesar, Nicolás la reconoce al instante.
Mariana no recuerda, pero secretamente anhela un reencuentro. Una asignatura pendiente hace siglos.
La autora de esta trilogía entrelaza, mediante historias y recuerdos de otras vidas, las hebras de un hermoso tapiz a través del cual se puede percibir y admirar el diseño que entreteje de manera sublime los diversos planos de la realidad.
Lúcido, pertinente, revelador, este relato ayuda a iluminar la complejidad de nuestra existencia y sus misteriosas fronteras».
Alba Zuccoli de Cabobianco