Asistimos a una crisis de legitimidad de la política chilena. A pesar de los sucesivos intentos por reducir este fenómeno a un asunto de corrupción, la crisis de la política vigente es mucho más profunda y tiene que ver con los moldes mismos en que se construyó la transición a la democracia. Cada día se va desvaneciendo la posibilidad de que en los marcos de la política actual se revierta la aguda mercantilización de la vida cotidiana, se logre la conquista de derechos sociales básicos y se alcance mayor democracia social y política. La colonización del poder económico sobre la política se termina de develar como un rasgo orgánico del proceso histórico de los últimos veinticinco años. De nuevo la sociedad se interna en el esfuerzo por comprender el actual escenario de descomposición política como fenómeno social e histórico, más allá de las expresiones puntuales y personales. Se trata de examinar la historia reciente del país desde un punto de vista fundamentalmente político y explorar, a partir de las posibilidades actuales, el futuro; la oportunidad de recuperar la política, de conquistar una genuina democracia y repensar la -olvidada— emancipación.