Los gobiernos totalitarios y las religiones fundamentalistas operan con el mismo objetivo, reemplazando la búsqueda de la verdad por una respuesta incuestionable y castigando a los que cuestionan. Aunque el mundo ficticio de El relato y sus peculiares costumbres no tienen relación alguna con la China antigua o moderna, tanto esa sociedad como la Tierra futura de la proviene su heroína, reflejan ciertas tendencias y pasiones políticas y religiosas de nuestra propia Tierra en el cambio de milenio. El Futuro, en la ficción, no suele ser más que un modo de mirar el presente.