Mis flores

puede haber flor sin abono, sin sol, incluso sin tierra, pero no hay belleza sin intención, germen o brote que la inspire. Y aunque sea la casualidad —en forma de pájaro, insecto o brisa— la que ponga esa semilla, es el buen jardinero el que sabe dónde enterrar el bulbo, la raíz o el esqueje, el que sabe cuánto sol o agua, cuántos nutrientes, cuánto cuidado o abandono merece y necesita cada planta para que crezca, florezca, se abra y exhiba y la podamos cortar y llevárnosla a casa para que adorne la estantería y llene nuestros ojos.

Y si quieres mover la planta de un sitio a otro, hazlo en septiembre,

la mejor manera de tratarla es tan simple que roza el maltrato.

Vita Sackville-West

no hay belleza sin intención, germen o brote que la inspire.

hay algo que Farrer y Lawrence tienen en común a pesar de sus diferencias: ambos escriben con violencia y sin sentimentalismo

La Primula pulverulenta se desarrolla de un modo parecido a la Primula japonica: crece en un tallo recto que surge de una mata de hojas y se abre en círculos de flores superpuestos. Imagina anillos de flores rosas surgiendo de un tallo blanco y harinoso, de una apariencia tan suave como el tacto de un abrigo de piel, perfectamente conjuntados. Es difícil describir su color con palabras y de forma precisa; si lo comparamos con el rosa de la flor del melocotón, dará la impresión de que es demasiado crudo; si lo comparamos con el rosa de la flor del manzano, demasiado insulso; si lo comparamos con el rosa de la flor de la hierba callera, demasiado rosa; ni siquiera existe una rosa que me sirva para describir esta tonalidad. Es como un rosa muy intenso espolvoreado con tiza, de modo que su color original se vislumbra a través del polvo, al trasluz del fino velo con el que se ha cubierto tras una ráfaga de viento o un soplo.

Lo que de verdad importa es que, aunque los ignorantes llamen Rosa mundi y rosa York y Lancaster a la misma rosa, mientras estemos seguros de que la que hemos comprado es una Rosa mundi, podremos estar tranquilos de que habremos conseguido una rosa cuya apariencia será cada año más exuberante. De rayas, lunares y manchas, esta bella rosa florece cuantiosamente en junio, ofreciéndonos patrones de infinita variedad. Nunca sabrás qué forma adoptarán estas manchas. A veces vienen como rayas rojas bien dispuestas; otras son como salpicaduras; otras, puntos y lunares, pero siempre distintos, ornamentales e interesantes. Recuerdan a un cuenco de leche rebosante de zumo de cereza roja.

Esta rosa es china, y se nota. No hay planta que refleje mejor todo lo que nos evoca la delicadeza, el lirismo y el diseño de una pintura china que la Rosa moyesii. No nos sorprendería encontrarla grabada en el revestimiento de una caja de té china de la época del rey Carlos II, cuando el papel pintado llegó a Inglaterra, con un desproporcionado loro verde apoyado en sus finas ramitas. El artista no necesitaría estilizarla, ya que de eso se encarga la naturaleza.

Igual que con otros casos, esta planta recibe en nuestro país muchos nombres, distintos y muy pintorescos. Algunos son descriptivos, de la planta y de su característica vellosidad: franela de Nuestra Señora, hierba de paño, manta de mendigo o franela de Adán. También recibe otros nombres que se refieren a sus usos: candelaria o vela de bruja, por su rendimiento como lumbre cuando se seca. Todos estos beneficios deberían tenerse en cuenta y fomentar nuestra tolerancia con el verbasco cuando le dé por crecer sin permiso en nuestro cuidadosamente planificado jardín.