¡A los niños hay que destrruirr,
herrvirr sus huesos y su piel jrreírrl
¡Desmenuzadlos y trriturradiós,
estrrugadlos y machacadlos!
Con polvos maguicos dadles bombones,
decidles «come» a los muy glotones.
Llenadles bien de dulces prringosos
y de pasteles empalagosos.
Al día siguiente, tontos, tontuelas,
irrán los niños a sus escuelas.
Se pone rroga cual amapola
una niñita: «¡Me sale cola!».
Un niño pone carra de lelo
Y grrita: «¡Auxilio, me sale pelo!».
Y otrro berrea al poco rrato:
«¡Tengo bigotes como de gato!».
Un niño alto dice guimiendo:
«¡Cielos, ¿qué pasa?, estoy encoguiendo!».
Todos los niños y las niñitas
en vez de brrasos tienen patitas,
y de rrepente, en un instante,
sólo hay rratones, ningún infante.
En los coleguios sólo hay rratones
corrreteando por los rrincones.
Enloquecidos, los prrofesorres
grritan: «¿Por qué hay tantos rroedorres?».
A los pupitrres suben ansiosos
y chillan: «¡Fuerra, bichos odiosos!».
«¡Que alguien traiga una rratonerra!».
«¡Trraed el queso de la queserra!».
Las rratonerras tienen un muelle fuerrte
que salta y que suena a muerrte,
y su sonido es tan musical...
¡Es una música celestial!
Rratones muerrtos porr todas parrte
grracias a nuestrras perrverrsas arrtes.
Los prrofes buscan con grran carriño,
perro no encuentrran un solo niño.
Grritan a corrro: «¿Adonde han ido
todos los niños, qué ha sucedido?».
«Es en verdad un extraño caso,
¿dónde se ha visto tanto rretrraso?».
Los prrofes ya no saben qué hacerr,
algunos se sientan a leerr,
y otros echan a la basurra
a los rratones con grran prremurra
¡MIENTRRAS LAS BRUGAS GRRITAMOS HURRRA¡