–Day, para mí eres mucho más que un simple flechazo –arruga el entrecejo como si le costara explicarse–. Cuando el mundo entero me dio por muerta y me abandonó, tú te ocupaste de mí. Fuiste la única persona que me mostró cariño. Para mí lo eras todo. Todo, Day. Te convertiste en mi familia: eras mi padre, mi hermano, mi cuidador, mi único amigo y compañero, mi protector y, a la vez, alguien que necesitaba que le protegieran. ¿Lo entiendes? No te quiero de la forma en que tú crees, aunque no puedo negar que eso forma parte de lo que siento. Pero mi amor por ti va mucho más allá.