Es fascinante que un cuerpo sin vello, fruto de un artefacto social como la depilación, se considere muestra de feminidad innata. Sería lógico que el vello corporal, que separa a la niña de la mujer, se considerase intrínsecamente femenino (e incluso sexi). En cambio, hemos llegado a un punto en el que es todo lo contrario. Y me parece profundamente perturbador.