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Manuel Delgado

El espacio público como ideología

Si urbanistas, arquitectos y diseñadores pueden concebir el espacio público como un vacío entre construcciones que hay que llenar de forma adecuada a los objetivos de promotores y autoridades, es decir, como un complemento para operaciones urbanísticas, existe otro discurso en el que este concepto se entiende como la realización de un valor ideológico. El espacio público es entonces el lugar en el que se materializan diversas categorías abstractas como democracia, ciudadanía, convivencia, civismo, consenso, etc., y por el que se desearía ver transitar a una ordenada masa de seres libres e iguales que emplean ese espacio para ir y venir de trabajar o de consumir y que, en sus ratos libres, pasean despreocupados por un paraíso de cortesía. Sin embargo, como afirma Manuel Delgado al analizar ese sueño de un espacio público hecho de diálogo y concordia, éste se derrumba en cuanto aparecen los signos externos de una sociedad cuya materia prima es la desigualdad y el fracaso.
120 бумажных страниц
Дата публикации оригинала
2019
Год выхода издания
2019
Издательство
Los Libros de La Catarata
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Впечатления

  • Misael Zunigaделится впечатлением4 года назад
    👍Worth reading
    💡Learnt A Lot

    Este libro es una gran denuncia del discurso "urbanístico" que cada vez pulula mas en nuestras ciudades de latino américa. Ese que nos dice que somos iguales, que la ciudad es igual para todos, sobre todo en los centros históricos, donde al final del día las personas pobres son "intrusas" que afean la vista.

    Hace meses este antropología en una charla me regaño porque mal interprete su postura, era obvio porque no le había leído ; pregunte si la idea de esfera publica de Arent podía ser materializada en el espacio publico. Todo mal de mi parte.

  • zentenovaleriaделится впечатлением5 лет назад
    💡Learnt A Lot

    Una visión interesante del espacio público

Цитаты

  • Carla Seguraцитирует5 лет назад
    Como concepto político, espacio público se supone que quiere decir esfera de coexistencia pacífica y armoniosa de lo heterogéneo de la sociedad, evidencia de que lo que nos permite hacer sociedad es que nos ponemos de acuerdo en un conjunto de postulados programáticos en el seno de los cuales las diferencias se ven superadas, sin quedar olvidadas ni negadas del todo, sino definidas aparte, en ese otro escenario al que llamamos privado.
  • Bonzo Poeцитирует14 часов назад
    tal y como proponía William I. Thomas en su famoso principio: “Si los individuos definen una situación como real, esa situación es real en sus consecuencias”. Planteado de otro modo, no existe un orden social que tenga existencia por sí mismo, independientemente de ser conocido y articulado por los individuos en el plano tanto mental como práctico. El orden social, en efecto, no es un reglamento declarado, sino un orden realizado, cumplido por interactuantes que se conducen en cada coyuntura como sociólogos o antropólogos naífs que levantan su teoría —es decir, evalúan índices—, y orientan su práctica —esto es, consensúan procedimientos—, obteniendo como resultado las autoevidencias, lo “dado por sentado”, las premisas mudables para cada oportunidad particular que permiten vencer la indeterminación y producir sociedad.
  • Bonzo Poeцитирует15 часов назад
    Esa desatención cortés —también indiferencia de urbanidad— permite en teoría superar la desconfianza, la inseguridad o el malestar provocados por la identidad real o imaginada del usuario en el espacio público.

    En teoría, ese orden social fundamentado en el extrañamiento mutuo, esto es, la capacidad y la posibilidad de permanecer ajenos unos a otros en un marco tempo-espacial restringido y común, no sólo no obliga a que el otro se presente, puesto que toda relación en contextos de pú­blica concurrencia se establece, como ha señalado Isaac Joseph al reconocer las fuentes de nuestra idea contemporánea de espacio público (Joseph, 1999), a partir únicamente de lo que se hace y de lo que se debe hacer, es decir, a partir de las codificaciones que afectan a las maneras de hacer y a los ritos de interacción. Ese principio de reserva es el que exige reclamar y obtener el derecho a resistirse a una inteligibilidad absoluta, re­ducir toda afirmación de sociabilidad a un régimen de comunicación fundamentado en una vinculación indeterminada, cuyos componentes renuncian, aunque sólo sea provisionalmente, a lo que consideran su verdad personal, a partir de la difuminación de su identidad social y de cualquier otro código preexistente, el privilegiamiento de la máscara, el ocultamiento y el sacrificio de toda información sobre uno mismo que pudiera ser considerada improcedente.

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