[«El que mejor ayuda al espíritu es quien, de una vez por todas, rompe las ligaduras que rodean su corazón». Ovidio, Remedios de amor, vv. 293-94]
Hasta aquí sobre el carácter adquirido, que no es tan importante para la ética propiamente dicha como para la vida en el mundo, cuya explicación, no obstante, se situaba en tercer lugar junto a la del carácter inteligible y la del empírico, sobre los cuales hemos tenido que extendernos en consideraciones más detalladas para comprender cómo la voluntad está sometida a la necesidad en todas sus manifestaciones, mientras que, en sí misma, puede decirse de ella que es libre, incluso omnipotente.