No me puedo creer que estés aquí —murmura—. No me puedo creer que me hayas encontrado.
—Tú me encontraste a mí primero —dice Oliver, y cuando se inclina para besarla lo hace lentamente y con dulzura, y Hadley sabe que este será el beso que recordará siempre. Porque mientras que los otros dos besos sabían a despedida, este es, sin duda, un comienzo.