En palabras de Christopher Domínguez Michael, el oficio del crítico literario “exige una permanente explicación de qué es y cómo se ejerce. Mal o bien, el público lector entiende qué es un poeta o asunta la actividad de un novelista, mientras que la figura del crítico es esquiva y equívoca”. Por ello, comienza con una breve historia de la figura del crítico literario del siglo XVIII en adelante, citando personajes como Sainte-Beuve, Roland Barthes o D. S. Mirski, para luego reivindicar su labor, señalando que, a diferencia de lo que suele pensarse, la crítica es también creación. El autor concluye con una reflexión sobre la responsabilidad del crítico literario y su lugar en la sociedad, señalando autores y publicaciones que han contribuido a la cultivación de este oficio.