Agua dulce

A menudo los humanos rezan y luego se olvidan de lo que son capaces sus bocas, olvidan que todos los oídos están atentos, que cuando orientas tu anhelo hacia los dioses, los dioses pueden tomárselo como algo personal.

Muchas cosas empiezan con un nombre.

Éramos ella y, al mismo tiempo, no lo éramos. No estábamos conscientes, pero sí vives.

Veníamos de alguna parte, como todo. Cuando se da la transición del espíritu a la carne, las puertas tienen que cerrarse. Es un favor. Sería cruel no cerrarlas.

Nosotres, en el medio, pasamos seis aferrándonos al cuerpo en contra del tirón. No hubo atajos.

Era la sangre, que recorría senderos que se hundían en el suelo, lubricaba las puertas, transmutaba la oración en carne.

Toda el agua dulce mana de mi boca.

aunque el amor se desvanezca con ellos, volverá a florecer. Todos somos conductos. El amor transita a través de nosotros libremente.

Si los progenitores humanos del Ada lo encontrasen y lo destruyeran, nunca podríamos volver a casa.

El juramento dicta que volveremos, que no nos quedaremos en este mundo, que somos leales al otro lado.