¿Qué se siente no tener nombre, identidad, idioma, hogar, país? La protagonista de El ojo desnudo pasa de lo cotidiano a lo desconocido, de la familiaridad del encierro al desconcierto de un mundo sin fronteras, de su natal Vietnam a Alemania y de ahí a París. La identidad de la joven se transforma y se borra una y otra vez: vive con gente de la calle, se ofrece como voluntaria para una serie de experimentos dermatológicos falsifica su pasaporte, sobrevive a base de lo que encuentra en los botes de basura. Ese eterno estado transicional despierta en ella una obsesión por Catherine Deneuve de quien ve, una y mil veces, todas sus películas: «Ya no existía una mujer que se llamara “yo” porque Usted era la única mujer para mí, por lo tanto yo no existía”. Esta novela -que se desarrolla entre las distintas personalidades que adopta la protagonista, diferentes países, idiomas, sitemas políticos; entre la adolescencia y la adultez, y las distintas formas de la sexualidad— nos ofrece una mirada desnuda al mundo contemporáneo donde lo que debe ser es a veces tan terrible como lo que no debería existir jamás.