En su discurso de ingreso a El Colegio Nacional, Cristina Rivera
Garza devela los principios que han guiado su práctica a lo largo de las últimas décadas. Rivera Garza retoma el concepto de ancestralidad
para tejer puentes entre su propia escritura y la de otros autores
que la antecedieron, en particular José Revueltas y Gloria Anzaldúa,
quienes en El luto humano y Borderlands, respectivamente, desafiaron
fronteras difícilmente transitables, como las que existen entre lenguas
distintas o entre géneros literarios diversos. Interesada en la memoria
retrospectiva y prospectiva de los cuerpos, los lugares y los objetos,
Rivera Garza muestra cómo en su producción ha buscado luchar contra
el olvido y el estereotipo, así como exigir justicia, lo que se evidencia en obras como Autobiografía del algodón o El invencible verano de Liliana.