Con su materialidad a cuestas, el archivo obstruye con frecuencia el quehacer lineal de la narración, problematizando su desarrollo, lanzando preguntas que son precisamente las de su propia producción. El archivo, así, ralentiza, desvía, reverbera, generando experiencias que apelan más al oído, para el que la simultaneidad es un hecho dado, que a la vista secuencial; más al tacto, en este sentido, o al olfato.