Me parecía extraño que las víctimas más recientes de las novatadas fueran las más crueles a la hora de ejercer el acoso que tan vehementemente habían denunciado. Jamás he podido entender el placer de humillar a otra persona, y menos aún si ocupa una posición más débil. Me hice la promesa de que cuando llegara a segundo no acosaría a los recién llegados, y la cumplí.