No me lo van a creer, pero hoy por la mañana… Así empieza Juan su excusa diaria por llegar tarde a la escuela. Hasta que un día, el maestro les hace una advertencia: «A partir de hoy no se admiten retardos y quien no logre llegar puntual dejará de formar parte de este grupo». Juan, por alguna extraña razón, sigue apareciendo ante el grupo con su: “No me lo van a creer”.