La voluntad del ámbar

Es su caricia
translúcida levedad

Falta el espacio
que ajusta
el caos.

Esto que ves aquí no es.
Alguien te oculta una pieza.
Es el fragmento
que da el sentido.

Eres la luz

en el instante sabio

de hacinarse en el agua.

y el cielo es una vasta

plenitud sostenida.

Todo el descenso

es un gozo callado,

una tibieza oscura,

una encendida plenitud.

Algo en esa calma nos cubre, algo nos protege

y levanta,

muy suavemente,

mientras bajamos.

Como un acuario
La luz de la tarde escoge algunas plantas

y en algunas de sus hojas penetra.

Como un acuario encendido por sus peces;

como un fluir

de la noche

entre rastros de estrellas,

transcurre

en su quietud

la maleza.

Como los dedos sensitivos de un ciego

hurgan entre el viento las hojas;

buscan y descifran sus bordes,

sus relieves de oleaje, su espesor.

Cimbran

sus fluidas teclas silenciosas.

Es el brillo

fugaz

y discontinuo, y un insondable, antiguo,

sostenido

caudal.

Es la avidez ahondando sus misterios,

sus joviales, florecidos

misterios.