La obra reúne seis estudios de caso sobre la reacción de los obispos ante los cambios que trajeron consigo la modernidad política y económica en el siglo XIX, esto es, ante lo que se conoce como el procesos de secularización. Los obispos habían sido personajes fundamentales de la vida religiosa y política del Antiguo Régimen, prácticamente al mismo nivel de autoridad que los magistrados reales, y debían afrontar entonces el desplazamiento de su autoridad por una nueva forma de organización social y política que ya no estaba fundamentada en la religión, sino en principios como los derechos humanos o la soberanía popular. Ante la nueva situación, esas autoridades tradicionales tuvieron reacciones a la vez semejantes y originales, en las que hubo tanto intransigencia como negociación, sin que podamos hablar ni de progreso triunfal ni de decadencia absolutas en un sentido o en otro.