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D.H.Lawrence

El Amante de Lady Chatterley

  • Maria Medinaцитирует6 лет назад
    no hay un camino suave hacia el futuro, pero le buscamos las vueltas o nos abrimos paso entre los obstáculos.
  • b4680279489цитирует9 лет назад
    Una mujer podía tomar a un hombre sin caer realmente en su poder.
  • Marleneцитирует6 дней назад
    ¡El vacío! Aceptar la gran nada de la vida parecía ser el sentido único de vivir. ¡La multiplicidad de cositas activas e importantes que componen la suma total de la nada!
  • gaby0801цитирует2 года назад
    Ninguna de ellas se había enamorado nunca de un joven a no ser que ella y él estuvieran verbalmente muy cercanos: es decir, a no ser que estuvieran profundamente interesados, que se HABLARAN. Qué asombrosa, qué profunda, qué increíble era la emoción de hablar apasionadamente con algún joven inteligente hora tras hora, continuar día tras día durante meses... ¡No se habían dado cuenta de ello hasta que sucedió! La promesa del Paraíso
  • Marleneцитируетпозавчера
    Clifford le hizo algún comentario sobre Racine. Ella se dio cuenta del sentido un momento más tarde.

    —¡Sí! ¡Sí! —dijo, levantando la mirada hacia él—. ¡Es espléndido!

    De nuevo se sintió atemorizado por el encendido color azul de sus ojos y su callada tranquilidad sentada allí. Nunca había sido tan dulce y tan callada. Le fascinaba sin poderlo remediar, como si algún perfume que emanara de ella le hubiera intoxicado. Así continuó inútilmente su lectura, y para ella el sonido gutural del francés era como el viento azotando las chimeneas. De Racine no escuchó ni una sílaba.

    Estaba ausente en su mesurado ensimismamiento, como un bosque suspirando con el susurro apagado y feliz de la primavera que presiente los nuevos brotes. Y podía presentir al hombre compartiendo su mundo, el hombre innominado, caminando sobre hermosos pies, con la belleza del misterio fálico. Y en ella misma, en todas sus venas, le sentía a él y a su niño. Su niño se expandía por todos sus vasos como la luz del crepúsculo.

    «Sin manos ella, ni ojos, ni pies, ni el dorado tesoro del cabello....

    Era ella como un bosque, como la oscura red de las ramas del roble, con un susurro inaudible de miles de yemas brotando. Y mientras tanto los pájaros del deseo dormían en la vasta maraña del laberinto de su cuerpo.

    Pero la voz de Clifford continuaba chasqueando y paladeando extraños sonidos. ¡Tan fuera de lo corriente! ¡Y algo tan fuera de lo corriente parecía también él mismo, inclinado sobre el libro, raro, rapaz y civilizado, ancho de hombros y falto de piernas! ¡Qué criatura tan extraña, con la voluntad cortante, fría e inflexible de un ave, pero sin calor, falto-'de calor en absoluto! Una de esas criaturas del futuro, sin alma, pero con una voluntad fría y extraordinariamente alerta. Se estremeció ligeramente, asustada de él. Pero luego la llama cálida y suave de la vida fue más fuerte que él y le ocultaba las cosas reales.
  • Marleneцитируетпозавчера
    Clifford le hizo algún comentario sobre Racine. Ella se dio cuenta del sentido un momento más tarde.

    —¡Sí! ¡Sí! —dijo, levantando la mirada hacia él—. ¡Es espléndido!

    De nuevo se sintió atemorizado por el encendido color azul de sus ojos y su callada tranquilidad sentada allí. Nunca había sido tan dulce y tan callada. Le fascinaba sin poderlo remediar, como si algún perfume que emanara de ella le hubiera intoxicado. Así continuó inútilmente su lectura, y para ella el sonido gutural del francés era como el viento azotando las chimeneas. De Racine no escuchó ni una sílaba.

    Estaba ausente en su mesurado ensimismamiento, como un bosque suspirando con el susurro apagado y feliz de la primavera que presiente los nuevos brotes. Y podía presentir al hombre compartiendo su mundo, el hombre innominado, caminando sobre hermosos pies, con la belleza del misterio fálico. Y en ella misma, en todas sus venas, le sentía a él y a su niño. Su niño se expandía por todos sus vasos como la luz del crepúsculo.

    «Sin manos ella, ni ojos, ni pies, ni el dorado tesoro del cabello....

    Era ella como un bosque, como la oscura red de las ramas del roble, con un susurro inaudible de miles de yemas brotando. Y mientras tanto los pájaros del deseo dormían en la vasta maraña del laberinto de su cuerpo.

    Pero la voz de Clifford continuaba chasqueando y paladeando extraños sonidos. ¡Tan fuera de lo corriente! ¡Y algo tan fuera de lo corriente parecía también él mismo, inclinado sobre el libro, raro, rapaz y civilizado, ancho de hombros y falto de piernas! ¡Qué criatura tan extraña, con la voluntad cortante, fría e inflexible de un ave, pero sin calor, falto-'de calor en absoluto! Una de esas criaturas del futuro, sin alma, pero con una voluntad fría y extraordinariamente alerta. Se estremeció ligeramente, asustada de él. Pero luego la llama cálida y suave de la vida fue más fuerte que él y le ocultaba las cosas reales.
  • Cecy Hermosilloцитирует3 месяца назад
    cuando la pasión está muerta o está ausente, el maravilloso impulso de la belleza es incomprensible e incluso un tanto despreciable; la belleza viva y cálida del contacto, tanto más profunda que la belleza de la visión
  • Cecy Hermosilloцитирует3 месяца назад
    la conciencia era esencialmente miedo a la sociedad, o miedo a sí mismo.
  • Cecy Hermosilloцитирует3 месяца назад
    Connie se sintió aliviada, en otro mundo, respiraba de otra manera. Pero la intranquilizaba aún cuántas de sus raíces, quizás vitales, seguían sin separarse de las de Clifford. Y sin embargo respiraba con mayor libertad
  • Cecy Hermosilloцитирует3 месяца назад
    Era como si miles y miles de pequeñas raíces e hilos de consciencia en él y ella hubieran ido creciendo entrelazados en una maraña a la que se le había acabado el espacio de crecimiento y ahora la planta estuviera muriendo. Ahora, con paciencia y sutilmente, ella iba desentrelazando aquella maraña, rompiendo con cuidado los hilos uno a uno
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